IPFS Ricardo Valenzuela

Reflexiones Libertarias

Ricardo Valenzuela

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EL HIJO DEL PUEBLO

REFLEXIONES LIBERTARIAS

EL HIJO DEL PUEBLO

Ricardo Valenzuela

Ante la avenida de un fortalecido estatismo sopeado con el populismo plebecrático que abraza América Latina, es interesante explorar por qué nuestros países, después de siglos de fracasos, no hemos aprendido las enseñanzas de la historia. Ante evidencias tan contundentes y naciones como China, la India, Irlanda, Chile caminando el sendero de la libertad hacia una muy real prosperidad, yo me pregunto ¿por qué en el resto del continente apuntamos a la dirección opuesta?

Después de años dedicados a la búsqueda esa respuesta, siento haber llegado a lo que se asimila a una barca en la que, luego de encontrar un orificio en su base que permite la penetración del agua y la apunta hacia el naufragio, al taparlo se provocan muchos otros hasta formar un cuadro semejante al de una fuente vomitando por todos los puntos de la superficie, y lentamente la sumergen.

No hay duda de que la vergonzosa situación de nuestros países, en gran parte se debe a los abominables gobiernos que hemos tenido. Sin embargo, el dicho “los pueblos tienen los gobiernos que merecen,” es razonable mas no infalible. Los pueblos tienen los gobiernos que permiten debido a sus diferentes culturas con las que sellan sus destinos. Ese panorama, nos devela cómo en países islámicos el no profesar la religión se castiga con la muerte. En los EU, lo afirmado por Ivan Boesky, “greed is good”—la voracidad es buena—define otro tipo de sociedad odiada por el catolicismo. Y en México, nada mejor que acudir a nuestros corridos que la moldean y definen.

Siempre he sido gran admirador de Jorge Negrete y coleccionista de sus discos. Siendo universitario en Monterrey, pasaba horas escuchando sus canciones, sin embargo, eran sus corridos los que más me apasionaban. Pero de todos ellos, era uno el que me llegaba a lo más profundo de mi alma: “El hijo del pueblo.” Era tal mi fascinación y confusión con el corrido, que al escucharlo me sentía culpable de, ante la interpretación del mensaje, no haber nacido para ser ese hijo del pueblo. Culpable de asistir al TEC de Monterrey; culpable de que mi abuelo fuera un odiado latifundista. Y como alumno de la escuela de economía y administración, del grave asalto de malos pensamientos de, al graduarme, hacer fortuna y casi pedía perdón.

Pero, los invito a recorrer ese camino venerado del hijo del pueblo.

Iniciaba don Jorge: “Es mi orgullo haber nacido en el barrio más humilde.” Pienso que el nacer en un barrio humilde, no debe representar orgullo por el solo hecho de serlo, sino que el orgullo nos debe invadir cuando el barrio es configurado por gente buena en donde se hayan cultivado valores los que, en general, se inician en familias sólidas y bien estructuradas. Por otro lado, es sabido que la pobreza extrema promueve descomposiciones sociales lo que, inclusive MALO culpa y hasta justifica, por el incontrolable crecimiento de la criminalidad en muchas partes del país

“Yo no tuve la desgracia de no ser hijo del pueblo.” Cuando escuchaba la grave voz de Negrete entonar esta estrofa, yo me preguntaba ¿que es lo que define ser hijo del pueblo? Porque para mí el pueblo somos los más de cien millones de mexicanos viviendo dentro y fuera del país. O ¿es requisito para formar parte del pueblo el ser pobre? Los agricultores del valle de Culiacán, los del valle del yaqui y la costa de Hermosillo, los industriales de Monterrey ¿no forman parte del pueblo? ¿Los nietos de latifundistas? Y me invadía la ola de culpabilidad al no serlo.

“Yo me cuento entre la gente que no tiene falsedad.” Me quebraba la cabeza preguntándome ¿todos los ricos son una manada de falsos y traicioneros? Para ser autentico ¿hay que ser pobre? Los activos acumulados producto del arduo trabajo, ¿convierten a la gente en esos seres despreciables que no conocen la verdad? Luego pensaba en mi abuelo, el hombre más íntegro, honesto, directo y asertivo que yo haya conocido. Pero su gran pecado era el haber trabajado haciendo fortuna y, cargando solo con 17 abriles, no lo entendía.

Subiendo Negrete el grave tono de su voz continuaba: “Voy camino por la vida muy feliz con mi pobreza.” No entendía cómo alguien pudiera ser feliz por el hecho de ser pobre, pero además lo presumía. Es decir, ¿pobreza y felicidad van de la mano? ¿Riqueza, tragedia y desdicha igual? Entonces, los mexicanos deben de estar muy agradecidos a los gobiernos revolucionarios por la pobreza rampante que crearon. Tal vez por ello ahora apunten al gran creador de pobreza; MALO.

Continuaba: “Como no tengo dinero, tengo mucho corazón.” Entonces ¿El músculo cardiaco sustituye la función del dinero como medio de intercambio y representación de valor? O, ¿lo expresado era que se proponía vender el órgano para algún trasplante? Me parecía que el mensaje era: No soy capaz de crear riqueza pero soy a toda madre. Tengo un corazonzote de oro que me sirve para acallar el hambre y aceptar los gobiernos ineptos, corruptos y fascistas. Pero no solo eso, me sirve también para odiar a esos malditos ricos explotadores.

Pero regresemos a la pregunta ancestral de los vecinos distantes ¿Por qué la diferencia abismal entre ellos? La respuesta más reciente me la tiende el chileno Claudio Véliz en su excelente libro: “El Nuevo Mundo del Zorro Gótico.” De acuerdo con el autor, los logros históricos mas importantes de Inglaterra y España son la Revolución industrial de la primera, la Contra Reforma de la segunda, y estos eventos moldearon luego sus historias.

Los británicos arribaron al nuevo mundo con una terca habilidad para lograr sus objetivos ante lo inesperado, lo diverso y lo cambiante reflejando su estilo gótico. Sus descendientes son los zorros en la metáfora de Isaías Berlín; independientes, exploradores, plurales, adaptables. Los Ibéricos, en contraste, nos surtieron una tradición cultural representada por lo barroco. Monumentos a sus éxitos para detener los cambios que amenazaban su momento imperial. De esa forma, nos convirtieron en regordetes y filosos puercoespínes. Desconfiados, soberbios, conservadores y racionalistas.

Sobre ese tono, su libro nos ofrece una novedosa explicación de de la prosperidad y la influencia cultural de Norte América, y el declive económico y cultural de la Hispanoamérica lo que, a unos nos provoca cantar odas a la pobreza jugando brillantemente el papel de víctima, mientras que los zorros góticos entonar canciones como; “mi futuro es tan brillante que debo usar gafas para el sol.” Y así seguimos siendo Hijos del Pueblo mientras el zorro lame los bigotes.

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